Mi buen amigo Armando Estelar -es pseudónimo- conocido pintor plástico, me regaló, hace tiempo, para mi cumpleaños, un cuadro pintado por él. En realidad su estilo nunca ha sido mi predilecto. Demasiado comercial, por decir algo. Pero, para acabar de complicarla, el tema del cuadro obsequiado me pareció fuera de lugar. Era un desnudo tipo calendario de peluquería o taller de autos. Definitivamente no me apetecía colgarlo en mi casa. De todas formas agradecí el gesto y lo felicité por su extraordinario conocimiento de la anatomía femenina. Al poco tiempo recibí una llamada de él comentándome que se encontraba muy cerca de mi casa y que le honraría ver dónde quedó colocada su obra. Con tal de evitar ofensas me vi obligado a decir una mentirijilla, discúlpame Armando, voy de salida, vuelvo como en dos horas, a lo que respondió, perfecto, caigo en tu casa en dos horas.
Fui a la bodega donde había guardado la pintura desde el día de mi cumpleaños. Para no complicarme la vida, quité un cuadro de la sala y puse el de Armando provisionalmente. A las once, cuando nos despedimos, desprendí el cuadro de la pared y lo devolví a la bodega.
Me fui a dormir acongojado. Molesto por mi falta de honestidad, yo que me jacto de ser tan buen amigo. ¿Por qué demonios acepté aquel cuadro? Siempre cuidando de no herir los sentimientos de gente querida. De aquí en adelante cada vez que Armando, o cualquiera de los amigos del grupo venga a casa, me tendré que aventar el numerito.
A finales de julio de aquel año cayó en la ciudad una tromba que destruyó colonias enteras. La gente estaba desquiciada y yo, junto con varios vecinos, decidimos ir a prestar ayuda. Justo antes de salir pensé revisar que todo estuviese en orden en la bodega. Conforme bajaba los escalones una idea me saltó a la mente. Por fortuna allá abajo todo estaba a salvo. El cuadro de Armando ostentaba de pie con su guerrera invencible. Cuidando que nadie me viera lo saqué. Con enorme culpa y al mismo tiempo alivio, con un pesar mezcla de traición y ansia de reparar mis actos, lo eché, con tiento, dudoso de lo que hacía, sí, ya arrepentido, lo arrojé al río fluvial que pasaba caudaloso frente a mi casa.
Inmediatamente después alcancé a mis amigos. A las tres de la mañana, cuando volví a casa, le marqué a Armando. Sí, sí, todo bien, a Dios gracias. Me da mucha pena, pero tu cuadro se lo arrastró la tromba. Le eché un cuento de que lo descolgué temporalmente por un problema de polilla. Ambos nos consolamos y yo me fui a dormir nada tranquilo, nada liberado, más bien hecho nudo y muy arrepentido de esta farsa que yo mismo había propiciado.
Pocos días después de las lluvias torrenciales recibí una llamada de Armando. ¿Vas a estar ahí? Prepárate, te tengo una sorpresa.
Colgué y lo primero que pensé es que Armando, con su característica generosidad, me regalaría otro cuadro para suplir al ahogado. Esta vez no se lo aceptaría. Más vale una pinta… Buscaría la forma de decírselo sin herir susceptibilidades. Sí, claro, en la nochecita. ¿Te parece a las nueve?
A las nueve en punto sonó el timbre. Abrí la puerta y dicho y hecho, Armando llegaba con un enorme cuadro y una sonrisa de oreja a oreja. Hermano, mira nada más lo que me he encontrado. ¡Es un milagro! ¿Cómo es posible que este cuadro haya ido a parar justo frente a mi casa?, y que haya sido yo quien estuviera ahí para recuperarlo. Mira nada más, ni un solo rasguño.
Abrí una botella de buen tinto y brindamos por el inaudito rescate.
Armando, con su permanente afán de colaboración se ofreció a quitar al suplente y, muy orgulloso, devolvió a la imponente desnuda a su sitio.
23 Responses
El relato es redondo, la fuerza del destino se cumple y el cuadro quedó en su lugar. Pero no sólo hablas de la increíble anécdota con maestría, las capas de significado son muchas.
Pones en evidencia la dificultad que tenemos, que tengo a veces, de decir cosas que puedan lastimar a alguien querido y a la mano y con facilidad recurro a las mentiras “blancas” las que por ser mentiras o crecen como las de los otros colores o son tan evidentes que se convierten en realidades que ya no puedo tapar y quedo insatisfecha. En ocasiones esas mentirijillas nos las decimos a nosotros mismos.
No he encontrado aún la fuerza para ser asertiva y en castigo he terminado con esos cuadros que no quería colgados en mis paredes externas e internas.
MUY BUENO!!!! lo seguiré analizando, hay mucha tela de donde cortar
La enorme dificultad, querida Marianela, de aceptar quienes somos, lo que deseamos y lo que no. Llegar al grado de colgar en tu sala algo que no es de tu agrado. Por no lastimar, nos vamos lastimando y deserción ando no de quien se impone sino de uno mismo. Por no lastimar he tolerado tantísimas cosas… Pero no pierdo la esperanza, sabes? Algún día me sentiré muy orgullosa de haberme conquistado a mí misma.
Muy buen cuento Vicky! También lo hacemos aceptando amistades y salidas con gente con los cuales no nos interesa estar. Pero te diré que con la edad nos volvemos más valientes para escoger, no aceptar y poder colgar los cuadros que nos gustan. Vicky, siempre nos abres la mente!
Eli, querida, muchas gracias por tu comentario. Sí, vamos aprendiendo a punta de golpes y tropiezos que sobre todo, nuestra selección de amistades es un lugar sagrado. Nunca de obligación y compromiso.
Si decidiéramos ser así de sinceros nos quedaríamos solos.
Tengo una amiga que me trajo un horrendo y muy pesado regalo de Hawaii. Lo trajo colgado en su mochila de mano. A los 70 años y al subir las escaleras eléctricas del aeropuerto perdió el equilibrio y fue a dar Con todo y su marido, hacía atrás y al piso. Aún así siguió cargando su regalo para mi del cual seguramente estaba muy orgullosa.
Nunca le dije que no me gustaba, pero tampoco lo puse en casa. Como mi casa es grande pues ella ha de pensar que lo tengo en alguna habitación. No me pregunta yo no le platico. Mejor así, guardo la amistad, que es lo único que importa!
Tu relato Vicky y estilo me gustaron mucho y los detalles son muy atinados! Te felicito y mando muchos saludos. Cuídense en estos tiempos difíciles!
Susi, querida! Gracias por tu comentario y por compartir tu experiencia. Estamos llenos de ejemplos en los que por no herir, nos herimos a nosotros mismos faltándonos al respeto. Te mando un muy fuerte abrazo!
Me recordaste a Julio Cortázar cuando, después dar instrucciones precisas para darle cuerda, te explica la fortuna de que te regalen un reloj: Tu eres el regalado.
A darle cuerda, a servir al reloj!
Curioso matiz da la expresión:
todo por-servir te acaba.
Ja ja! Qué chistoso, Daniel! Tomó nota!
Muchas gracias por dejar aquí tu comentario.
Menos mal que al final de tu divertido relato, el efecto mariposa se impuso y no resultó ser que el arte de Armando Estelar se cotizó tanto como la obra infantil de Joan Miró.
Es cierto que nos cuesta ser directos y sinceros, pero cuando un amigo llega a regalarte ese arte que le salió de las entrañas, por lo menos colgar ese cuadro de esa guerrera invencible en algún baño o en el cuarto de tu hijo adolescente, el bien que sabrá apreciarlo!!
Es cierto, querido Jaime, bien dicen que el amor ciega. Muchas gracias por tu comentario.
El cuento me hace darme cuenta que nunca sacrifiqué mi sinceridad.
Siempre a través de tus cuentos aprendo algo de mi.
Gracias Vickilina.
Muchas gracias por tu comentario, querida Reyna! Eres una mujer con gran fortaleza. Decir lo que uno siente y actuar acorde con eso no es cosa fácil.
Descubrí tu blog en instagram, me han gustado mucho los escritos. ¡Saludos!
Hola Ángel, bienvenido a mi blog. Muchas gracias por tu mensaje. Me alegra que hayas disfrutado de los textos que leíste.
Me maravilla con que agilidad narras la historia de esta cuadro que encontró su lugar a fuerza de “la voluntad de sus circunstancias”.
Sin lugar a dudas la guerrera invencible del artista, subió y bajó , salió y entró hasta llegar al muro que el destino le deparaba
Cuánto humor se mezcla entre líneas Vicky, cuanta destreza al escribir la tuya
Mil gracias, Linda, tus comentarios siempre tan alentadores. Espero lo hayas disfrutado. Un pequeño paréntesis dentro de la pesadilla. Ojalá muy pronto podamos abrazarnos y hablar de todo esto como algo lejano y superado. Por lo pronto no nos queda más que confinarnos de muy buen modo. Abrazos!
Llegué a este blog por su página de FB. Me he llevado una grata sopresa con los textos. Su temática y la forma de escribir es grandiosa.
Muchas gracias, Cynthia! Estás más que bienvenida a visitar el blog y a dejar tus comentarios.
Bienvenida Cinthya,
Qué gusto que disfrutes de las lecturas. Espero verte muy pronto por aquí de regreso.
Un hecho de la vida. Las relaciones humanas son muy complicadas y con el territorio existen compromisos que prefeririamos no tener. Cuantas veces no hacemos cosas que no queremos hacer, pero nos da mucha satisfaccion hacer felices a nuestros amigos o parientes. El problema de donde colgar ese cuadro, se hubiera resuelto muy facilmente si la persona que recibio el cuadro, se compra otra casa con un sotano muy grande en donde pueda colgar ese cuadro sin tener que verlo. Je je
Ja,ja, querido Luis. También podría consegui sólo el sótano y dejar su casa sólo para lo que le gusta ver. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos!
Me encantó tu historia! Muchas gracias por compartirla aquí. En efecto, el cariño es muy poderoso y nos ayuda a transformar aún nuestro gusto! Me alegra que hayas aprendido a disfrutar de un cuadro que particularmente no te gusta.
Voy a agregar una historia real que me paso a mi. Me hice muy amigo de un dentista Musulman aca en Vancouver. Acabe trabajando en su consultorio por un par de anios. Un dia que el y su esposa vinieron a cenar a la casa, nos regalaron un cuadro de las tablas de los diez mandamientos. Al darmelo me dijo: Este cuadro representa nuestra amistad. Tu sabes muy bien lo que los diez mandamientos representan para los Judios, pero este cuadro lo hizo un Musulman y por eso representa nuestra amistad, la amistad de un Judio y un Musulman. De repente ese cuadro que no me gusto nada, adquirio un significado especial para mi y esta colgado en la entrada de mi casa.