Nadie sabe que estás allí. No sé si me recuerdas, soy Fulana de Tal, la que deja tu correo en el buzón todos los días, la cajera en el supermercado, en el banco, la encargada de lavar sábanas en los hospitales, esterilizar material quirúrgico. Soy la que barre las madrugadas de una ciudad cualquiera. Nadie sabe que estás allí. Soy el mensajero que deja los paquetes en la puerta de tu casa; apenas un nombre, Juana, Arturo, María, jamás mi apellido. Nadie en el mundo recordará quién trapeó los pasillos del IMSS un 10 de abril del 2020, ni quién preparó el quirófano del primer trasplante de corazón, quién desinfecta cuartos, salas de operaciones, de emergencias. Ella, la necesaria imperceptible, la inadvertida transitoria, ella, particularmente esa ella, casi huraña, afligida, con la piel amarilla, morena, ojos de capulín o rasgados, los hijos mocosos y los tobillos hinchados de embarazos e interminables horas de pie; la de las manos ajadas. Ellas, las de las tandas, los permisos, los favores, los mezquinos aumentos; las que navegan por la vida clavadas al ancla ancestral de sus circunstancias. Nadie sabrá ni supo de tal policía o aquella enfermera. Son las, ni hablar, ni modo, qué lástima, ¿cómo dices que se llamaba? Qué nos importan ellas, sus miserables quincenas. Las habituadas, las tolerantes de cualquier inclemencia, las entenadas, trasnochadas, madrugadoras, las madres solteras. Las que saben acurrucarse, las hospitalarias. En estas asfixiantes orbes pobladas de invisibles, ellas, las que a falta de medicinas ahuyentan la muerte con remedios caseros. Nadie sabe que están allí. Ellas, las que recorren las calles desahuciadas, las que día a día derrotan el miedo a este nuevo mal de dimensiones bíblicas. Ellas, son las de afuera. Las que no pueden quedarse en casa.
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28 respuestas
Las invisibles, fantasmas transparentes, tragedia infinita de siempre. Las que no aparacen registradas en nuestra memoria, en nuestros ámbitos, en nuestra conciencia. Hoy pensamos en ellas hasta con admiración y agradecimeinto, Qué valentía al estar afuera haciendo lo de siempre, no es eso, es que no hay de otra, la supervivencia puede más que el miedo.
¿Podremos verlas ahora desde nuestro encierro, desde nuestras ventanas y mirillas de las puertas cerradas?
Vicky que texto tan fuerte, triste, cierto, gracias
Gracias mi querida Marianela! Desde nuestros encierros, nuestro egoísmo. Desde nuestra casa, al fin se hacen visibles!
Impactante por ser tan cierto, por hacer visible su invisibilidad. Por poner su vida en la boca de nuestro estómago y poner el vacío de todo lo que nosotros tenemos.
Tu texto valiente nos llena de vergüenza y de tristeza, un baño de realidad.gracias por descongelarnos, por ponernos lentes, por darnos de comer de ese vacío.
Mil mil gracias por tu sensible y muy fuerte comentario, Paty. Poner su vida en la boca de nuestro estómago! Qué doloroso y que cierto!
Mis respetos, que forma de escribir, es un artículo fascinante, controversial.
Mi admiración para ti.
Muchas gracias Maribel. Un gusto tenerte por aquí.
‘las calles desahuciadas… este nuevo mal de dimensiones bíblicas’
Este es el vocabulario del diluvio, cuando todos somos invisibles, asfixiados, cuando nadie sabe que estamos ahí. Qué vergüenza que necesitamos el terror a que nos lleve la corriente para recuperar el imprescindible sentido de la vergüenza.
Vicky, gracias por avergonzarnos.
Mil gracias, Daniel por tu comentario. Más que avergonzarnos es servir de espejo. Yo soy esa repartidora. Soy su madre, su hermana.
Impactante. Gracias por recordarnos quienes son y como sin “ellas” no habemos “nosotros”
Qué gusto verte por aquí querida Nora. Lo dices muy bien. Sin ellos no habría este inmenso nosotros al que nos han devuelto.
Todas las Juanas, todos los Arturos, todas las Marías del mundo, rifándosela, sin piedad. Agotadas, sacando fuerza.
Tus palabras las recupera, quizá en alguna anónima esquina …tus frases les sopla el alma . Acaso de madrugada? O esperando el autobús que las lleve exhaustas por fin a su casa de regreso
Que fuerte El texto. Si con mayúscula El texto Certero. Impecable.
Muchas gracias Linda,
Es tan poco lo que podemos hacer en estos momentos. Por lo menos estas palabras de admiración y gratitud para todas ellas.
Qué bien escribes, Vickita!
Hola voy a comentar del muchacho que me trajo una pizza por primera vez en mi vida. Me atreví a pedirla con doble queso y aceitunas verdes.
Llegó en 20 minutos 20 menos de lo que me habían dicho. Le di su propina y me dijo Sra yo fui quien le tomo su pedido. El chavito de la moto que arriesga su vida para que yo satisfaga un antojo. También es un héroe anónimo. Gracias por darle nombre a estos héroes ‼️‼️
Son verdaderos héroes! Toda mi admiración para ellos. Muchas gracias por compartir.
Conciencia pura!!! Vickilina
Abrazos querida Reyna
Qué fuerte y verdadero, mi Vic. Me tenías en lágrimas en el primer párrafo.
Tu escritura es siempre aguda e impecable… Llena de compasión y verdad. Es un privilegio para mi tenerte cerca como vara de medida de la realidad – este cataclismo “de dimensiones bíblicas” , qué ojo y qué corazón el tuyo, amiga de sabiduría y profundidad.
Increíble!
Gracias por tus palabras siempre de aliento, querida Shu! Tocar el corazón de un lector es para mí el más importante propósito de mi escritura.
“las que navegan por la vida clavadas al ancla ancestral de sus circunstancias”
asi dices mi Vick
y yo veo
navegantes
y veo
anclas
y tu las unes
a las navegantes con las anclas
y yo veo
la ciudad llena de embarcaciones movidas por el viento
ese viento que aviva
y ese viento tuyo
que escribe y las mueve.
No quiero que pasen desapercibidas, como tu
y agradezco tu espejo
para podernos ver en ellas.
Bravo por tu texto Bravo
Etty, querida!
Con tu escrito nos sacas de la realidad y nos llevas a tu mar, una ciudad llena de navegantes! Gracias por éste acuático respiro! Hermoso texto.
Siempre pienso en ellas! Merecen todo el respeto y agradecimiento ! Gracias por recordarlas.
Copie tu texto en FB . Espero que lo lea mucha gente!!
Perla, qué gusto verte por aquí. Muchas gracias por tu comentario.
Mi Vico:
Esos heroes anónimos siempre han estado presentes y hacen q la vida gire, q tengamos alimentos en la mesa, q tengamos luz, agua, etc, lo q pasa es q en particular e estos momentos los heroes y heroinas saben q le estan dando la cara directamente a la muerte. Es un sacrificio y hay q agradecérselos de todo corazón!
Totalmente de acuerdo mi Paty. Le están dando la cara a la muerte para que nosotros podamos seguir en nuestros respectivos y muy acolchonados encierros. La vida nunca se ha caracterizado por ser justa.
Descubrí este blog por Facebook y estoy encantada, muchas gracias por estos escritos.
Bienvenida, Carmen, un gusto tenerte por aquí.
Las y los invisibles que nos ayudan a quedarnos en casa. Y quien los ayuda a ellos? Que despierte el mundo… ojalá.