Gestión del talento humano

Azares

En los hogares mexicanos se discrimina al más moreno. En las calles, a los güeros.

Cursaba el tercer año de Ingeniería Civil en el prestigiado Instituto Politécnico Nacional. Para su desgracia, era de cabello castaño muy claro y piel blanca. Por esa razón, con frecuencia se veía forzado a capotear embates racistas tanto de alumnos, profesores, e incluso de la misma acreditada institución. 

Sin ser un dato oficial, pero sí de conocimiento público, se sabía que el instituto tenía destinado, para alumnos, por así decirlo, inusuales, una cuota fija para menciones honoríficas, diplomas o becas. Sólo un porcentaje limitado de los güerillos debía ser acreedor a dichas distinciones. Nuestro joven, para su desfortuna, además del cabello castaño, piel lechosa y estatura arriba de la norma, tenía un promedio sobresaliente en todas sus asignaturas. Esto lo hacía, para agravio institucional, candidato a reconocimiento académico y deportivo. 

Algunos maestros se tomaban muy en serio aquello de vigilar que la cuota honorífica jamás rebasara el promedio fijado para aspirantes extranjeros. Así se referían a cualquier estudiante que desentonara en colorido, tamaño o credo con el común de la población escolar y asumían como consigna personal obstaculizar y hasta impedir que dichos estudiantes alcanzaran dichos promedios. 

Sucedió que en uno de esos días, entre tantos otros incidentes, nuestro joven se presentó a su examen final en el curso de “Análisis y modelos de gestión del talento humano.” No había acabado de tomar su asiento y dejar sus cosas cuando el profesor le ordenó: Fulano de Tal, haga usted el favor de abrir las ventanas. Hace mucho calor. Nos falta el aire. El joven acató la orden. Arrimó una silla, se subió para alcanzar las manijas y abrió, no con poco esfuerzo, una por una las cuatro atrofiadas ventanas del salón. Una vez ejecutado el mandato magisterial, retornó a su asiento. Mientras tanto, el profesor había repartido los exámenes y sus compañeros ya se encontraban trabajando en absoluto silencio. El joven se acercó al profesor y amablemente requirió el suyo. Al recibirlo osó preguntar cuánto tiempo tenían para entregarlo. El catedrático, como si lo hubiese picado una avispa, entró en cólera. ¿Acaso no fueron claras mis instrucciones? ¿Se da usted cuenta que está interrumpiendo a sus compañeros? Extendió la mano indicando démelo y, tras un ¡salga inmediatamente del salón!, le arrebató el examen. Nuestro joven, habituado, tal vez, a este tipo de aspavientos, o sólo por su natural entereza de carácter, una vez más se arrimó la silla, en silencio y con extrema cautela para no distraer a nadie, alcanzó las manijas y cerró, una por una, las cuatro herrumbrosas ventanas. Regresó a su asiento. Sacudió su saco quitándole alguna que otra pelusa. Tomó su portafolio. Revisó que no quedara nada en su pupitre y abandonó el salón de clases.

34 Respuestas

  1. Brillante manera de hacernos ver al racismo como un mal de muchas aristas.
    Ser diferente dentro de un grupo puede causar molestia, miedo, rechazo, odio o simplemente a ese ser que presenta algo que se sale de la noma, se le excluye.

    Mil y una características que se usan para discriminar.
    Cuando se dice que alguien es una persona de color, me pregunto ¿qué no todos tenemos algún tono dentro de la inmensa gama de colores de piel?. El racismo va más allá, toca cultura, educación, creencias, pobreza o riqueza, lugar de nacimiento, oportunidad o falta de ella.

    Muy buen texto, mueve el tapete de la parcialidad y abre el abanico de reflexión sobre el terrible y tan presente tema.

    1. Muchas gracias por tu comentario, querida Marianela. Tocas temas pertinentísimos. La pregunta es qué nos hace ser racistas si la raza humana es una. El sexo? El color? La educación? El Barrio? La pandilla? El partido político? Diferencias al interior y al exterior incluso de la familia. Oportunidades distintas, por ser varoncito? Un tema que no se nos acaba y que siempre nos devuelve con más dudas.

      1. Hombre, eso de la “raza humana” es una aberración del lenguaje, creo que propia de fanáticos de un pensamiento que lo lleva a tal extremo que niega las razas (me refiero a quienes introdujeron la expresión, allá por el siglo XVIII). Lo correcto es clasificar al humano como especie en la que existen varias razas. A los enemigos de la diversidad esta evidencia científica parece escamarles, pero se tienen que aguantar con ella, como quienes negaban que la tierra fuese curva o que se movía en el espacio.

        1. Hola Brando, muchas gracias por tu comentario! En efecto, el concepto raza no implica una determinación biológica sino geográfica y social. Pero al parecer, quienes insisten en separarnos no dejarán que los datos interfieran con sus teorías.

  2. Me parece que se está hablando de racismo a la inversa; creo que es momento de aceptar que no existe tal cosa, hay que tomar muchos factores en cuenta para hablar de estos temas, las dinámicas de poder por ejemplo y la opresión histórica. No es simplemente cuestión de verse diferente.

    1. Muchas gracias por tu comentario, Charlotte. Me llena de intriga escuchar que el racismo a la inversa no existe. Para mí racismo es racismo sea en una dirección o en la otra. Pero siempre estoy dispuesta a indagar, a profundizar y por supuesto a aprender de la experiencia de otros.

  3. Me encanta que toques el tema del racismo al revés. Muchas veces lo he sentido y me he tenido que esconder. Un poco. Esta sensación de que no eres de ninguna parte. Duele.

    1. Gracias, Regina, me encanta encontrar tus muy pertinentes comentarios. Me cuesta trabajo entender que el racismo a la inversa no sea considerado racismo. Seguiré indagando, eso sí que ni ué!

  4. Y bien, hemos sido construidos interiormente con una conciencia excluyente; el ejercicio del código del desierto se impone ante todo tipo de mirada incondicional, ante toda práctica, toda religiosidad, incluso jurisprudencia, que intente asumirnos en una igualdad sin cortapisas. Ni amamos ni perdonamos, no vivimos incondicionalmente, y todo se convierte en un acto de usura, en una constante venganza cuyo vientre es la envidia

    1. Juanito, querido, cuánta luz traes a este dilema que muchas veces crea más confusión que entendimiento. “Una conciencia excluyente” dices de manera certera, y yo me pregunto, ¿para qué, querido Juan, para qué?
      ¿Será por aquello de divide y vencerás?

  5. Uy! cómo me dio coraje esta actitud del maestro que no mostró más que sus propios complejos. Lo de cerrar las ventanas fue magistral hubiera añadido yo un golpazo directo a la nariz para cerrar también sus fosas nasales. Leerte siembra exactamente lo que nos quieres dar a entender. Mil felicidades ❣️🌹

    1. Muchas gracias por tu comentario,
      Retomo el comentario de Juan Paulín dónde dice: los seres humanos tenemos una conciencia excluyente. Hay tanto, tantísimo que indagar en ese campo!

  6. El ser humano evolucionó mediante la competencia entre grupos. Este es el origen de nuestra naturaleza paradójica, a un tiempo colaborativa y competitiva, altruista y egoísta, incluyente y excluyente. Pero a esto naturaleza compleja se agrega un mal-hablar simplificador: el intercambio entre sujeto y predicado. Los predicados ‘rojo, ‘blanco’, ‘negro’, ‘azul’ dislocan a los sujetos de carne y hueso, reduciéndolos a ‘el rojo, ‘la blanca’, ‘el negro’, ‘la azul.’ Así adquieren vida independiente y el profe ve en el protagonista de tu historia sólo a un predicado, ahora vivo, de lo extranjero, que debe de ser
    ‘cancelado’ (como ahora se le llama). Se trata de la engañosa tentación de borrar la incertidumbre maravillosa de la paradoja que somos.

    1. Muchas gracias, Daniel, por tu muy aclarador mensaje. En efecto, parecería que los humanos tenemos poca tolerancia para lidiar con lo paradójico.

  7. Sin duda, éste es uno de los temas más controvertidos que has tocado en tu maravilloso blog; la discriminación, ohh, ¿Qué sería de los humanos sin esta tan singular “virtud”?

    Me tomé la libertad de leer las reacciones de tus lectores y hay dos asuntos que llamaron mi atención, el “racismo a la inversa” y la “conciencia excluyente”.

    Lo primero es efectivamente, inexistente, es más, tan solo pensarlo o mencionarlo resulta en un racismo inconscientemente implícito, imagínate, es como pensar o decir ¿Cómo es posible que me discriminen si soy güerito, alto y guapo?

    Y si, somos poseedores de una inconsciencia excluyente, más que conciencia, ya que la poseemos hasta lo más profundo de nuestro ser, incluso sin darnos cuenta.

    Me hace recordar cuando entramos a la Tarbut y a los sefaraditas y árabes nos separaron del grupo favorecido de los Yiddish y me pregunto, ¿quiénes tomaron esa decisión lo hicieron para excluirnos de manera inconsciente? ¿estaban conscientes de lo que decidieron? Es más, ¿nuestros padres alguna vez lo cuestionaron?

    No, inconscientemente aceptamos ser discriminados e inconscientemente discriminaron.

    En su momento me valió madres el hecho, no dejé de ser el chavo desmadroso y divertido, así como este muchacho güerito del IPN. El racismo no tiene solución, la actitud que tomamos ante ello, sí.

    Maravillosa tu narración, ¡cada día eres mejor!

    1. Muchas gracias, querido Jaime,
      Retomo lo que comenta Daniel: “ el intercambio entre sujeto y predicado. Los predicados ‘rojo, ‘blanco’, ‘negro’, ‘azul’ dislocan a los sujetos de carne y hueso, reduciéndolos a ‘el rojo, ‘la blanca’, ‘el negro’, ‘la azul.’ Cualquier generalización es violencia. Sin ser responsable de aquello por lo que es señalado, se le trata como si lo fuese.

  8. Racismo y “otredad” , allí en unas cuantas líneas , el temor a lo otro, a lo diferente , aquello que puede sacar de nosotros lo peor como seres humanos o la solidaridad con aquello que nos enriquece como sociedad .
    Buena síntesis , querida Vik! Bravo!

  9. Vicky, qué tema. Gracias por hacer que nos detengamos a reflexionar en el origen y por qués de la discriminación.
    Interesante lo que nos comparte Daniel, ¿es parte intrinseca de ser humano discriminar?, ¿lo hace por sobrevivencia? , ¿O es algo aprendido?, ¿ se puede desaprender?.
    O como dice Jaime, (hola Jaime), ¿somos poseedores de una inconciencia excluyente?

    Desde mi punto de vista, creo, que en algún momento discrimino el. Ser humano por sobrevivencia y también es para algunos inconsciente, pero creo que se puede desaprender y hacerse consciente.

    Tu escrito me invita a investigar si adiscriminacion existe en
    todas las culturas y si es algo que puede enseñarse diferente, si se puede impedir su propagación por medio de la educacion, una que sea respetuosa, equitativa, solidaria, empática, que enaltezca a las personas y las haga valorarse unas a otras.
    Una opción para ello hoy día podría ser , la educación emocional, en la que padres y maestros modelen y enseñen a todoos los niños y niñas desde pequeños que TOD@S somos seres humanos y nos debemos respeto y cuidado. Que ser distinto en cualquier aspecto de la vida, es algo digno de conocerse, respetarse y valorarse.
    Que la diversidad nos enriquece enormemente y nos hace ser mejores personas.

    1. Muchas gracias por tu comentario, querida Emma. No queda más que seguirnos indagando. Comprendiendo cómo venimos armados y cómo podemos crear la sociedad en la que deseamos que se desarrollen las nuevas generaciones.

  10. Es muy fuerte y triste que el racismo siga siendo tan vigente, por eso es importante seguir hablando al respecto y darle voz. Como siempre, comparto el texto en mis redes. ¡Saludos!

    1. Una historia real, Ángel. ¿Racismo en los hogares?, ¿en las escuelas? Por tu color, sexo, credo? De ninguna manera debería permitirse. Bajo ninguna circunstancia.

  11. Concuerdo con otro comentario respecto a que para hablar de racismo, no basta con sólo verse diferente en un grupo dado. El racismo es estructural y lo podemos constatar con las dinámicas de poder sobre grupos que históricamente han sido oprimidos económica y culturalmente. Entiendo la idea de crear contraste al poner un personaje “de cabello castaño, piel lechosa y estatura arriba de la normal”, supongo que la “desfortuna” del joven es tener ese fenotipo en una escuela pública como el IPN, donde el constraste es evidente con el “tipo” de estudiantes que puden acceder a ella. Sin embargo, creo que no refleja una situación generalizada.

    1. Hola Ana, muchas gracias por dejar tu comentario. Estoy de acuerdo con lo que planteas y desapruebo la injusticia a la que históricamente han sido sujetos grupos oprimidos. El personaje de esta historia precisamente pertenece a un grupo oprimido culturalmente en ese ámbito. Creo que nadie debería ser juzgado o privado de sus propios méritos por su pasado histórico.

  12. ¡Válgame, querida Vicky, dos veces intenté escribir mi comentario y hube de interrumpirlo por llamadas telefónicas que tuve atender. Pero aquí estoy leyéndote, querida.

    Imagino que lo que cuentas aquí es un testimonio de alguien que vivió este hecho en el Poli.
    Tendría que ver el periodo en que esto sucedió para confirmar mi sospecha de lo que hay detrás de esto.

    Pero, con los elementos que das, tengo la impresión de que esto obedece más a resentimiento del maestro. Una cuestion de clasismo, no racismo a la inversa. Esto último (racismo a la inversa) ha sido tema de discusión y se concluye que el racismo está identificado como rechazo del color de piel y el lugar que se le concede en la escala social a quienes son de piel oscura o morena.
    Las oportunidades laborales y el estatus de un blanco a un moreno son muy diferentes en México y todo América Latina.
    Esto ha generado en nuestro un resentimiento social que viene desde tiempo atrás, pero exacerbado en los tiempos actuales en varias partes del mundo. (El caso Floyd de EU)
    …….
    Un término muy de moda en estos momentos es el “Whitexicans”, dice mucho sobre el tema de este testimonio que compartes.
    Abrazos, Vicky.

    1. Muchas gracias, Jovita, por tu muy aclaratorio comentario. Entiendo que el tema del racismo a la inversa se maneje en una sola dirección. De ninguna manera pretendo restar importancia a las tremendas injusticias cometidas en el pasado y en el presente. Esta historia nos invita a abrir el espectro. A formularnos y cuestionarnos los principios y los valores que defendemos.

  13. Las anquilosadas ventanas para mi, evocan justamente la médula de ésta nueva narración tan bien escrita. Caducas, oxidadas… fuera de lugar y de tiempo. Se abren a capricho del maestro, se cierran como contestación al desplante del profesor.
    Hasta hace muy poco “los números clausos” aún existían en las universidades. Hipocresía de las instituciones educativas al “ aceptar” a determinados número de alumnos de ideología o religiones distinta a la institución.
    Aberraciones que aún de manera velada conocemos.
    Por otro lado el ambiente, el color, el profesor, el alumno…hasta el calor de la historia los imagino perfecto. Los retratas formidable

    1. Ya me hacía falta tu comentario, querida Linda. “Números Clausos” ojalá que nunca se vuelvan a aplicar. Es una especie de complicidad para promover la mediocridad. La carencia de oportunidades es injusta, terrible e inadmisible. Para ellos todas las consideraciones.

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