Carta a Peña Nieto y a su banda gobernante de ladrones. En estos momentos de hondo dolor y desamparo, ante la indignación y el enojo, me resulta inevitable llamar a cuentas a nuestro presidente. Con el corazón desgarrado, te abrazo, México.
Si esto no te parte el corazón, Peña, si ver a tu pueblo, no, éste ya no es tu pueblo, dejó de serlo con el primer trozo de pan que le arrancaste de la boca. Si no te parte el corazón verlos jugarse la vida a cambio de nada. Sí, escuchaste bien, a cambio de nada. Si no te llena de verguenza saber que con una pequeña fracción de lo que tú y los tuyos se han echado a la bolsa, podrías ayudar a miles de familias que lo han perdido todo. Si no te indigna estirar tu delicada mano para recibir ayuda del mundo a sabiendas de que tú y tus compinches
han despojado a nuestro país. Si no te parte el corazón verlos levantar los escombros de viviendas multifamiliares para las que tú y tus delegados otorgaron licencias de construcción avaladas con ambiciosos sobornos. Si no se te cae la cara al ver a estos venerables, hombres y mujeres que surgen de la adversidad como gigantes, quebrarse el lomo con la esperanza de rescatar a un solo cuerpo, a cambio de nada. Si esto no tumba la mirada cínica con la que tú y los tuyos han humillado a una nación completa despojándolos de lo que sin lugar a duda les pertenece.
Si todo lo anterior no te arranca la cara dura, sal a las calles, Peña, no sólo a promulgar tres días de luto nacional. ¿De verdad crees que basta con eso? ¿Hasta ahí tu compasivo socorro? ¿Otra vez atole con el dedo? Sal a la calle, Peña, no para hacer proselitismo a favor de tu partido infecto. Sal a ensuciarte tus manos irreversiblemente manchadas de crimen y abuso; sal sin tu escolta de manicurados lameculos. Sal sin tus pulcras guayaberas blancas y tu peinado inquebrantable (por cierto, lo único inquebrantable que te conozco). Sal sin tus guaruras y parlamentos de telenovela. Fórmate entre esas infinitas hileras de héroes que dan la cara ante el mundo por ti, su más grande deshonra.
Ensúciate con el polvo del país deshecho que nos dejas. Lo que tú le has hecho a México lastima y desploma aún más que el mismo terremoto.
Comienza el recorrido acompañado por tu cuadrilla de cínicos. Ve de familia en familia, estafada, aturdida, esperanzada con promesas adulteradas a cambio de un voto. Ve de niño en niño asesinado por vacunas alteradas a manos de la brutalidad de tus cómplices; de joven en joven calcinado y desaparecido en fosas clandestinas bajo tu mando, de periodista en periodista muerto por no avalar tu simulacro.
No te alcanzará ya la vida para resarcir el daño, la deuda que has adquirido con México. Por lo menos devuelvan tú y tu cofradía de buitres, estirpe de zánganos chupadores de patrimonios nacionales. Devuélvanle a México hoy, en estas horas de asiduo desconsuelo, las arcas hurtadas. Con eso levantarás, no la reputación de un gobierno corrupto que a estas alturas la ha perdido cabalmente, sino nuevos hogares para cientos de miles de desposeídos.
Sí señor, a estas alturas de tu desvergonzado abuso estás obligado a lo imposible.
Enrique Peña Nieto, mal entendiste la descripción de tu puesto. Tú y tu pandilla de ladrones tergiversaron a su conveniencia. No se trataba de jugar con las vidas de los mexicanos, sino de jugarte la vida por ellos.
Vicky Nizri
Septiembre 22 2017
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