Perder la cabeza

Diosa de la Creación

La llevamos a casa felices de haberla ganado en la kermés anual del colegio. Yo no me involucré con ella. Aves, reptiles, moluscos, insectos, no son lo mío. Amar así, algo tan bobo como una gallina, me resulta ocioso. Me solidarizo mejor con mamíferos. En realidad, nadie le hacía mucho caso. Doña Corina le daba de comer y ella, la polla, picoteaba y cagaba por todos lados. Eso sí, nosotros teníamos que limpiar el patio.

Sólo el que desciende de un huevo puede sobrevivir a la orfandad con tal apatía. Tanta falta de amor, de compañía, no puede producir a un ser medianamente complejo. Consagraba el animalillo, el día entero a buscar semillas, alguna lombriz extraviada del jardín, o algún insecto. Ni feliz ni triste, ni complaciente ni irritada, iba de aquí para allá, cacareando a veces, en absoluto ensimismamiento. Me disgustaba su indiferencia, su persistente carencia de pasión por nada que no fuera el simple acto de alimentarse. Me indignaba la soledad de aquella ave que crecía y crecía vanagloriándose de no necesitar a nadie, pero sobre todas las cosas me indignaban esas alas mochas, buenas para nada, incapaces de impulsarle el vuelo, la posible escapatoria hacia una libertad, seguramente indeseada, que la sacara de ese horrible, desolado patio casero.  

Un día mamá salió descompuesta de su cuarto. Se jalaba el cabello y con voz colérica gritaba nuestros nombres encolerizada. Nos convocaba, a bramidos, a reunirnos de inmediato en la cocina. Exaltada y sacrificial anunció: vamos a matar a la gallina. Mis dos hermanos y yo espantados de verla así, desencajada y vociferante, nos soltamos a llorar y a suplicarle que no lo hiciéramos. Mamá no nos escuchaba. Tenía un extraño brillo en los ojos, como poseída. Pensé: si no la obedezco voy a ser yo la ejecutada. Eso me sucedía a menudo. Mi rebeldía, las múltiples expulsiones de colegios por explosiones de baños y otras calamidades que se me ocurrían, los ultimatos y advertencias escolares se disolvían ante un mandato de ella. Como si los decretos maternos viniesen de una Diosa cruel y vengativa. Paralizada ante su monumental fuerza, me trocaba, de la niña problema, indisciplinada y desobediente, en un ser temeroso y sumiso. ¡Lucía!, vociferó tan estridente como si me encontrara en el extremo opuesto de la casa. Tú le vas a sostener la cabeza; y cada uno de mis hermanos, detendría una de las escuálidas patas de la convicta.

Es importante aclarar en este punto de la historia, que mamá no nació en un rancho, en un lejano poblado, ni estaba habituada a hacer mole despescuezando pollos. Mi madre es una reconocida abogada, citadina de alcurnia, mujer sofisticada, discreta, exagerada en la pulcritud y el orden. Nada de lo que yo sabía de mamá encajaba con aquel engendro desquiciado. Luciana, sentenció, deja ya de lloriquear y sosténle bien la cabeza a esta maldita gallina. No, por favor, mamá, no me hagas esto… No me hagas, pensé, ¿a mí, no me hagas esto?, si era a ella, a la pobre gallina a quien se los estábamos haciendo. ¡Cállate y obedece! dijo tajante. Y yo, siendo como era de insurrecta, la obedecí sin oponer resistencia a su trastorno. Temblando de horror y de rabia, sostuve la abyecta cabeza de aquel animal que ahora me despertaba 

una compasión infinita. Pensé en su ufana soledad, en los desolados e inofensivos cacareos en el patio, su platito de agua. Y sobre todo, su felicidad ovípara. Añoré no haber nacido de un huevo para no sentir este dolor, esta vergüenza que me destrozaba. Y la palabra huevo me llevó a pensar, con desesperanza, en todos los huevos posibles que habría puesto en su vida, tal vez habría empollado algunos polluelos. Se conformaba con tan poco. Exigía tan poco. Y yo, la más indiferente de todos los habitantes de esa casa, sentía por ella un amor y una admiración profunda. Ahora, yo, la arrepentida, era su verdugo, le sostenía la cabeza mientras que mi desorbitada madre, manifestaba una fuerza sobrehumana para ejecutar su crimen. Recuerdo, con repulsiva precisión, la presencia magistral del sol entrando por la ventana de aquella radiante cocina, aquel mediodía vesánico. Cómo untaba su luz precisamente en la inmaculada mesa de sacrificios. 

Mamá comenzó a serruchar el pescuezo de la sentenciada con un cuchillo que no tenía suficiente filo. En cada intento fallido la infeliz criatura se desgañitaba. Jamás imaginé que aquel animal de neutralidad profusa, fuese capaz de emitir tan espantosos sonidos. Ante la impotencia de mi madre por no lograr su incisivo cometido, así, poseída como estaba, empezó a tirar malvados hachazos sobre el ya debilitado pescuecito. Los alaridos que salían de aquél animal eran de tal horror que herían. Mis hermanos y yo gritábamos cómplices del asesinato que se consumaba. Cuando el cogote estaba de tal forma machacado que pendía ya de un hilo, mi madre logró hacer el corte final, quedando la cabeza todavía sostenida de mi mano. Los ojos abiertos y espeluznados de la guillotinada me vieron del modo más aterrador que jamás nadie me ha visto. No había en esa mirada nada de bobo o simple. Era una tristeza estremecedora. Había en ella la comprensión, el perdón de quien es capaz de discernir más allá de la realidad tangible. Temblando dejé caer la cabeza al suelo. Entonces sucedió lo inaudito. En un último intento de sobrevivencia, la condenada comenzó a dar de saltos y la desmembrada cabeza se convulsionaba en busca de su cuerpo perdido. Inútilmente, sin ton ni son, rebotaban ambas, una en pos de la otra en un esfuerzo sobrenatural de reunirse. Entre brinco y brinco lanzaban chisguetazos de sangre por todos lados. 

Esa tarde nefasta, dejó el habitual resplandor y la pulcritud de mi familia, dislocados para siempre.   

33 Respuestas

  1. No comeré mas gallinas!! Lo mejor es imaginar a la ilustre dama vestida con traje sastre blanco matando una gallina!!!

    1. Muchas gracias Marce, por dejar aquí tu comentario. En efecto, la crueldad quita el apetito. Hay manchas que no se quitan con nada!

  2. Todos los personajes humanos de este terrorífico y tan vívido relato “perdieron la cabeza”, los niños incapaces de rebelarse ante la loca, deschabetada actitud de la madre. La inocente gallina alimocha decapitada sin razón aparente.
    Yo también perdí la calma en mi cabeza ante la brutalidad de las palabras con las que describes la crueldad con la que la madre tarda en cortar el cuello de la sentenciada, estuve tentada a dejar de leer.
    Cuanta tristeza me dió, cuanta solidaridad con este animalito indefenso y con los niños heridos al ser obligados a participar en un acto de bárbara e inolvidable tortura.
    Lo que más me movió de tu cuento es que me llevó al pasado cuando de niña era igual a la gallina, sin alas, apartada, sin pedirle nada a nadie, tan tímida que parecía indeferente, también me sacrificaron pero quién sabe como mi cabeza y mi cuerpo se volvieron a reunir para crecerme alas.

    Maravilloso, me has dejado exhausta.
    Te admiro

    1. Querida Marianela, ante todo agradezco la autenticidad con la que has abordado este texto. Cuántos hemos sido decapitados y desde la mutilación hemos tenido que armarnos de nuevo. Tal vez de ahí, de tu capacidad de empatía, es de dónde sacas toda la fuerza para delatar la injusticia en tu pintura.

    2. Vicky querida, una enorme felicitación por esta terrible novela, la más espeluznante que jamás he leído. Me atraviesa esa larguísima mirada de profunda tristeza, ¿qué han hecho? ¿qué han hecho?

      1. Gracias Daniel, sí, podría desprenderse de este texto un tratado sobre la crueldad y el abuso. Abrazos y gracias por dejar tu comentario.

  3. Describes perfectamente en lo que nos convertimos los humanos en situaciones extremas. Claro, el cacareo de una gallina que se caga en todas partes puede parecer insignificante para llegar a esos extremos de tortura.
    Pero no, simplemente describiste magistralmente los acontecimientos que en años recientes nos tocó ver por los medios, la decapitación de prisioneros de ISIS, así tal cual, por el solo hecho de ser periodistas o contratistas, el verdugo (en tu analogía la mamá) se convirtió en un desalmado monstruo para someter, torturar y decapitar a la gallina (los periodistas y contratistas occidentales en Irak y Siria) con complicidad de terceros (los hijos) que también se someten para no acabar decapitados por igual, presas de un infinito terror al ver a su madre convertida en una rencarnación de Josef Mengele.
    Por cierto, yo también me gané un pollito en una Kermes cuando tenía 16 años, se convirtió en un gallo de pelea que perseguía y agredía a cualquier visitante en casa, mis padres se lo regalaron a un ranchero que según me cuentan, se lo comieron. Por cierto Vickyta, a mi si me reconocía y jamás me agredió.

    1. Gracias, Jaime,
      Interesante la asociación que haces con otros tipos de crueldad y abuso. Sacar al texto de su s litorales es siempre un ejercicio de reflexión e inteligencia. Muchas gracias.

  4. Amiga mía, una vez más, eres una bestia! Escritora de las que aman retorcerle las tripas al lector, y qué bien te sale!!

    Se me antoja mandárselo a mi propia Luciana, mi madre.
    Yo me gané un pollito un par de veces en alguna kermés. Pero mis pollitos tuvieron la suerte de morir solos, sin que nadie los agrediera.
    Una bestia! Bravo!!!

    1. Shu, querida,
      Sí, un texto que no hiere, no cumple con su cometido. Sí eres la misma antes y después de leer algo, tíralo a la basura.

  5. Bellísimo texto en su aterrador espanto; lúcida presencia del terror ante la sombra terrible de la conciencia que persigue nuestros actos, nuestras omisiones. Certeza de que obedecer es siempre el laberinto mas oscuro a derrotar por la cauda de culpas que nos deja. Hermoso y magnífico texto, querida Vicky.

    1. Gracias, Juanito, por tu poético y profundo comentario. En efecto, abrir los hijos, herir al lector con un poco de conciencia hacia lo invisible.

  6. Para un amante de los animales, leer este relato fue muy dificil. Solo puedo imaginar el trauma tan profundo y desgarrador que esta madre dejo en sus hijos. La madre podra tener una educacion Universitaria y un alto nivel cultural, pero tu relato demuestra que a veces un poco de sentido comun podria ser mas efectivo. Con un poco de este ultimo y sus hijos no quedarian traumados probablemente para el resto de sus vidas. Si mis padres alguna vez me hubieran obligado a hacer algo tan aterrador como lo que describes, mi opinion y amor por ellos se hubiera visto muy afectado…..y no para bien.

    1. Gracias por tu comentario, querido Luis. Una disculpa por herir tu amor a los animales. Creo que de una u otra forma es importante denunciar la crueldad y el abuso.

  7. Narración impecable. Perfecta, escrita con filo finísimo, de una sola tajada. Directa al corazón. Sin otorgar concesiones.
    Sangrante.

    Sin embargo, el cuchillo que degüella la ave es romo. Nada más perverso, Idéntico a la mano que lo toma. Los ojos del animal son mis ojos y los tuyos y los de la mitad del mundo. Volcados hacia el vacío.

    “Tratado sobre la locura y otras barbaridades “
    La nada.
    Impecable relato
    tan bien escrito

    Y el planeta sigue girando

    1. Gracias, Linda, develas la arquitectura secreta. El filo está desperdigado en todas partes excepto en el cuchillo. Bravo por la aguda lectura que has realizado.

  8. Querida Vicky, tu madurez como escritora está presente aquí, en este texto.
    ofreces un cuadro profundo de un un instante sobre un hecho de una violencia inconcebible para una niña tan inteligente como sensible.
    Fuerte descripción de la mirada de la niña hacia la madre.

    Es conmovedora la empatía de la niña con este animal doméstico con destino ineludible “Sólo el que desciende de un huevo puede sobrevivir a la orfandad con tal apatía.”
    Y luego la parte final en la que diseccionas con una precisión el sacrificio.
    Cala. Estremece.
    Te felicito por tu texto. Redondo, preciso.

    1. Jovita, querida,
      Muchas gracias por tu muy generoso y elocuente comentario. Es atraves de la mirada de un lector sensible que la escritura se reescribe.

  9. Gracias por estos textos, sigo leyendo cada texto de este blog para exprimirle todo su jugo. Es uno de los placeres que me doy por la mañana al tomar mi café. Saludos

  10. Me gusta mucho todo lo que se escribe por acá, ahora mismo le doy un vistazo a la tienda de libros para obtener alguno ¡Felicidades!

  11. Vicky creadora:
    Tu relato lleno de imagenes crespa los hilos del alma. La madre que se hace obedecer sin cuestionarse nunca el sentimiento que siembra para siempre. La fragilidad de los inocentes y la enfermiza obediencia de los hijos, hace la historia espeluznante por su repetición en nuestras vidas.
    Gracias por compartirnos en este texto tantos sentimientos hoy removidos. Te admiro y te quiero

    1. Paty, querida! Gracias por tu elocuente comentario. La fragilidad de la inocencia y al mismo tiempo esa tremenda fuerza que nos obliga a vernos.

    2. Gracias, Paty,
      Las cosas más simples a veces nos pasan desapercibidas. Detenernos y ver a nuestro alrededor. Sentir con otros nos humaniza. Al menos ese es mi intento en la escritura.

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